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Rincón de Ailene y Miguel Án

¿POR QUÉ NO SOY PARTIDARIO DE LAS ONGs? (IV)

El año pasado, en un corto espacio de tiempo, se pudieron leer en prensa muchísimos titulares que hacían referencia a irregularidades relacionadas con ONGs. Os pongo algunos de ellos:

- La Fundación Lealtad detecta anomalías en la contabilidad y gestión de 70 ONG

- Investigan a Intervida por el posible desvío del dinero para apadrinamientos.

- Detenido el presidente de ANESVAD por apropiación indebida.

- Época denuncia las irregularidades de la ONG Movimiento por la Paz, la liberación y el desarme en Marruecos.

- La ONG CIPIE está siendo investigada por la Comisión Europea por un presunto fraude para no devolver subvenciones de la UE.

 

No se trataba de brindis al sol, eran casos que, pese al control de la Fundación Lealtad, se dieron en verdad. La Fundación Lealtad es una empresa de control voluntario de las ONGs españolas, bastante fiable al decir de casi todo el mundo, y las principales anomalías que detecta son que los directivos de las ONGs van por libre. La Fundación Lealtad opina que para que las ONGs funcionen correctamente el órgano directivo tiene que estar formado por un mínimo de cinco miembros; que se reúnan al menos una vez al año; que no cobren por ello y que se renueven periódicamente. Los incumplimientos son numerosos, especialmente la poca predisposición de algunos directivos a reunirse y todo aquello referente a la remuneración. Algunas ONG remuneran a más del 40% de los miembros de su junta directiva. Resulta curioso comprobar que cuando se paga a los miembros de la junta directiva de una organización, por decirlo en palabras más llanas, estos son más que cuando el trabajo es altruista.

Otro apartado que denuncia la Fundación Lealtad es el relacionado con el destino del dinero. Ahí se pueden leer casos sangrantes, verdaderamente sangrantes, no sólo por el desvío de los fondos hacia cuestiones que nada tienen que ver con el origen en el que deberían de haber sido empleados, sino por las ridículas argumentaciones que desde las ONGs se dan para justificar lo injustificable. Copio sólo un ejemplo, de los muchos que se podrían espigar: "la Fundación del Valle, ONG que destaca entre sus fines la promoción social de la mujer, destinó en el periodo 2002-2004 más de 3,3 millones de euros a un proyecto denominado Ciur, cuyo fin era la restauración y acondicionamiento de un complejo inmobiliario de media hectárea en la vía San Francesco di Sales de Roma para transformarlo en residencia para sacerdotes." ¿Qué tiene que ver una residencia de sacerdotes con la promoción de la mujer? Lo mismo que un huevo con una castaña, pero los directivos de la Fundación del Valle dijeron en abril de 2004 que en esa residencia se iban a formar cientos de jóvenes que sí trabajarían por la promoción social de la mujer. ¡Anda, chúpate ésa! Eso es igual, sin salvar distancias, que si un servidor le pide una subvención al Gobierno para la promoción de inmigrantes y con el millón de euros que me dan me compro un palacete a nombre de mi hija y le pago la carrera en el extranjero, y luego digo que no hay de qué extrañarse, que mi hija a lo mejor se casa con un senegalés y con el dinero que he invertido en ella el buen senegalés se va a promocionar también.

La tercera anomalía denunciada por la Fundación Lealtad es la poca claridad en la gestión económica. Hay muchas ONGs con problemas a la hora de detallar sus fuentes de financiación y las cantidades aportadas, o a la hora de ofrecer planes de actuación y gasto debidamente documentados. Otras aportan papeles "sin fechas ni cronograma" o justificantes no aprobados. Hay algunas ONGs que no especifican, durante períodos que pueden llegar a los cuatro años consecutivos, a qué destina el dinero, y otras muchas que se fían de la documentación entregada por las contrapartes de los proyectos incluso cuando esas contrapartes han sido denunciadas por falsear facturas.

Sólo 49 de las 119 ONG analizadas por la Fundación Lealtad cumplen los requisitos de transparencia y buena gestión que, en teoría, caracterizan a las entidades benéficas financiadas con dinero público o donaciones de los ciudadanos. El resto tiene anomalías en las cuentas, o no efectúa seguimientos de los proyectos ni ayuda, en ocasiones, a aquellos para quienes solicitó el dinero. Otras tienen juntas directivas irregulares y trampean con Hacienda. En total, estas ONG manejan casi 550 millones de euros. Anesvad e Intervida, las dos ONG acusadas de corrupción, se sometieron hace pocos años al análisis de los abogados y economistas de la Fundación Lealtad. Lo hicieron, como el resto de ONG auditadas por esta entidad, de forma voluntaria, ya que la ley sólo obliga a las ONG a presentar sus cuentas anualmente a un órgano público de la comunidad autónoma donde esté radicada la ONG y, si su presupuesto supera los dos millones de euros, a una auditoría privada. La Fundación Lealtad sólo investiga a las ONG que previamente han sometido sus cuentas a la revisión de una firma privada. En este doble control continúa observando irregularidades, como ocurrió con Anesvad e Intervida. Ambas ONG, en descuerdo con las objeciones de la Fundación Lealtad, se dieron de baja como clientes. Esta empresa de análisis -creada a iniciativa de empresarios, profesionales y banqueros- aporta a las ONG analizadas "prestigio y tranquilidad para los donantes", según la directiva Patricia de Rodas. No disponen de medios para desplazarse a los países donde destinan sus fondos la mayoría de las ONG, pero sus empleados analizan los estatutos de cada organización, revisan su documentación y recaban información a las entidades públicas y privadas con las que colaboran. También cruzan cuantos documentos les son aportados y de esa forma, comentan, averiguan la mayor parte de las pifias.

 

Tampoco voy a ocultar aquí que estas denuncias en la mayoría de los casos han partido de partidos políticos. Es decir, se han utilizado como arma electoral, los unos achacan a los otros el pésimo control que ejercen sobre los fondos que destinan a ayuda al desarrollo, y cuando cambia el panorama político se vuelve la tortilla. Sin embargo, no puede decirse que todo lo que aparece en prensa relacionado con este tema sea partidista. En la realidad del sector parece que existen situaciones muy graves, incluso desde el punto de vista penal, que no se están destapando ni analizando de forma adecuada. A nadie le interesa sacar todos estos trapos sucios y mostrarle a la opinión pública, tan favorable a la solidaridad y la cooperación, los aspectos menos agradables de un sector tan viciado como la cooperación al desarrollo. A esto hay que añadir que las ONGs son conscientes de su posición privilegiada: Trabajan en la solidaridad y la cooperación, temas que son pesos políticos y no se cuestionan desde la opinión pública. Que además aportan beneficios rápidos y constantes a los Gobiernos frente a esta misma opinión pública y que mueven mucho dinero sin pedir resultados claros. En cierta manera, la capacidad de aprendizaje de las ONGs se concentra en sobrevivir que nadie pida explicaciones. Si realmente se quisiera cambiar algo, habría que tirar abajo todo el chiringuito de financiación de ONGs y, desde la Ley de Subvenciones, reconstruir de forma centralizada las reglas e instituciones sobre una base transparente, meritocrática y competitiva. Lógicamente, en el sector es prácticamente imposible encontrar aliados para esta tarea. Las Coordinadoras de ONGs se suelen lavar las manos en estos casos, hablando de un margen de ovejas negras lamentable, pero en principio aceptable. O sea, que no se meten a saco con los caraduras que viven de la solidaridad porque eso sería levantar la liebre y perjudicar a los que en este mundo no se aprovechan para medrar. Y la Agencia Española de Cooperación Internacional opta por ser el poli bueno, remitiendo al cumplimiento de los procedimientos administrativos y controles convencionales. No le interesa abrir este cajón, que, hay poca duda, debe de estar bastante lleno de situaciones parecidas. Ya que el trabajo con las ONGs es solamente una parte de la labor de la AECI, que ya está causando bastantes estorbos, no creo que tengan voluntad en remover asuntos turbios. No hay que olvidar que la AECI se encuentra en un proceso de reforma, con muchas tensiones internas. Por otra parte, en términos generales, es la administración pública quien ha creado este monstruo de sistemas de financiación que caracteriza todo el sector de la cooperación..
Copio a continuación un párrafo demoledor de un artículo sin firma que circula por internet: "Las ONGD lo saben muy bien, ya que conocen los entramados de la financiación de sus actividades, el valor político que tiene la cooperación y la solidaridad, la importancia de la foto, etc. Esto explica el enorme silencio que reina en el sector, a pesar de que hay cientos de personas que saben perfectamente donde están las situaciones graves y a quién habría que dirigirse para denunciarlas (es decir, a la fiscalía)". Sin palabras.

Continuará...



 

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