ESPACIO PARA LUIS
Mi compañero Luis demanda un huequecito en este rincón para hacerse oír, así que le cedo este espacio. El asunto en cuestión está en el primer comentario.
Mi compañero Luis demanda un huequecito en este rincón para hacerse oír, así que le cedo este espacio. El asunto en cuestión está en el primer comentario.
4 comentarios
Luis -
Pues eso, que en Cataluña han prohibido las corridas de toros. Y no me parece mal, ¡que había de parecerme! Si pensamos en el tiempo que vivimos no hay nadie con la moral actual en la mano que pueda levantar el dedo y decir "pues esto es bueno, porqueee..." porque qué, porque nada, sólo dícen que es una tradición y yo les digo, cuántas barbaridades se hacen en nombre de las tradiciones, o hay quien dice por ejemplo del Toro de la Vega en Valladolid, "había 30.000 personas y sólo unods pocos estaban en contra, somos inmensa mayoría", pero es que la tortura de un animal no es una cuestión de mayorías, ni siquiera de democracia, qué imagen de España la de la agonía de un animal tan bello en medio de la calle con un corro de "valientes" dándole de palos cuando ya rendido termina con los últimos segundos de su vida, o cuando vuelven los lanceros del toro de la vega escoltando a ese que viene con la cola del animal en lo alto de su pica. "No hay que prohibir", dicen, "somos mayoría", pero ya lo decía el Marqués de Esquilache, "España es como un niño que llora cuando le lavan loa cara".
En Cataluña han prohibido las corridas de toros, un lugar donde se celebran estos espectáculos a puerta cerrada, donde el que paga lo hace con un buen dinero, y lo hace voluntariamente y donde el que no quiere no va y donde el espectáculo es un ritual en el que la dignidad del animal se respeta y tiene como fundamento la belleza fugaz y el señorío y la valentía de los actuantes. Y sin embargo, dejan en Cataluña los toros al carrer, los festejos populares en la calle, donde quieras o no te influye, te cortan las calles, se paga con tu dinero quieras o no, lo ves si sales a la calle y donde los más bajos instintos del género humano salen a relucir por aquello del instinto de supervivencia, no hay mujeres ni niños ni hombres apurados, no hay aquella dignidad de antaño en la que los mozos pretndían demostrar a las mozas su valentía, su señorío y su majeza, no, sólo queda que no te coja el toro y si te pilla, ya sabes, jódete y para eso sirve lo que sea. Además vemos a los valientes con un pié en el estribo de la plaza y las manos en la contera de la barrera dispuestos a que no le coja el toro de ninguna manera y de que no les quiten el sitio, porque si se lo quitan y están a merced del toro, les verán cómo les revienta el toro y ellos verán como el que les quitó el sitio lo ve en primera fila sin hacer nada por impedirlo, que es lo que ellos estaban haciendo. Y esos, en un arrebato de valentía, esperan que pase el toro y cuando ya ha pasado y nada pueden hacer contra ellos, por la grupa, con total cobardía y desvergüenza le dan una patada al bicho o como ya he dicho antes, en sus últimos momentos de agonía le palmean demostrando lo valientes que son.
¿Y los encierros? quien no ha visto, salvo en Pamplona cómo corren los mozos, unos pocos a cien metros del toro, luego hay un espacio vacío, pasan los toros y detrás van un millar de energúmenos chillando corriendo ya a no se dónde. Pues eso es lo que permiten en la ultramoderna Cataluña ¡Qué vergüenza! En general, qué imagen de España exportamos, las corridas, los toros en la calle, la tomatina y el carnaval provinciano que es lo más chavacano y guarrindongo que hay en el mundo, donde las más bajas pasiones se dan cita.
Si, han prohibido las corridas de toros en Cataluña, han prohibido en Extremadura hacer daño a los toros de los festejos populares como los de Coria donde los llenaban de dardos, y enmaromarlos o ponerles bolas de foc (como en la liberal y avanzada Cataluña), bien, espero que no quede mucho para que primero se acabe con los festejos populares y luego con las corridas de toros, pero espero que sea cuando yo no esté y mientras, ¡!yo me voy a los toros!
Luis -
Creo que el político de turno de bería decirles ¡QUÉ ENORME COMPROMISO HABEIS ADQUIRIDO! habeis venido aquí y exigís el cumplimiento de ésto y esto otro, pero quienes vais a llevarlo a cabo no somos los adultos solamente, sois vosotros y no solo hoy sino mañana y esto supone que para que los inmigrantes puedan venir sin distinciones, puedan vivir sin discriminaciones en un plano de igualdad con todos nosotros y para que en sus países de origen puedan vivir con las mismas oportunidades que los países ricos lo que debeis hacer es: y a continuación enumerar una larga lista de todas las cosas que deberán hacer, de todas las cosas que no deberán hacer y sobre todo de todas las cosas de las que deberán prescindir para que los ricos y los pobres podamos igualarnos un poco. Hacerlos saber que lo que piden no es ninguna tontería, exige un sacrificio, que no es Jauja, que no son Piter Pan y que no todo es que los pájaros cantan y las nubes se levantan.
Luis -
EL MARTILLO DE LA CÁRCEL -
Y la cuestión del martillo de la cárcel fue que dejaron en principio algunas herramientas de éstas en lugares estratégicos y al cabo de algunas semanas cuando fueron a por ellos para proceder, las herramientas habían desaparecido, seguramente cambiadas de sitio o abandonadas en otros lugares menos estratégicos donde hizo falta en un momento dado. Pero los cabezas pensantes no desesperaron y pusieron unas herramientas (martillo y cortafríos) en todos los departamentos sin excepción con la orden de apuntar en el libro de servicios la recepción y la entrega de las herramientas en cada relevo, pero como la incidencia de cualquier departamento y la cantidad de ellas son superiores en importancia a el control de las herramientas y la memoria de los jefes intermedios, su relevo cayó en desuso y cuando fueron necesarias habían volado a lugares insospechados y nunca fueron encontradas. Pero no se dieron por vencido los responsables de la prisión y volvieron a poner las herramientas, esta vez nuevecitas, de marca y con una cajita y una orden que decía que había que hacer un parte de entrega y recepción de material, incluidos martillo y cortafríos.
Parecía que todo estaba por fin controlado y los partes se sucedían día tras día y yo me fijé alguna vez y los trastos estaban en los departamentos. También es cierto que los partes de relevo son bastantes y las incidencias muchas y las ganas de irse y de que tus compañeros puedan irse son grandes, de modo que no me extrañó cuando un compañero me pidió el martillo y el cortafríos y ¡leche! el cortafríos no estaba nuevecito ni era de marca y además era bastante más corto que los que tenía vistos, ¡y el martillo no estaba!. Tuvo que reparar su tema armado con una silla, el cortafríos que no era y una barra de hierro a modo de martillo. Los partes se sucedían, nadie levantaba la liebre de la falta de material, es la mejor manera de no responsabilizarse ni responsabilizar a nadie porque no podía saberse desde cuando se sucedían los partes sin que todo estuviera correcto. Ya me olvidé de ello y un buen día alguien dijo que el martillo había aparecido, pero no era el buen martillo de marca nuevecito, sino que alguien, ya sea quien lo sustituyó o nervioso con que le tocara la lotería dejó como quien no quiere la cosa un martillo de carpintero de cuando el abuelo era picador, allá en la mina, y ya puede olvidarse de él porque ahora es el martillo de la cárcel.