UNA HISTORIA REAL
Tengo un amigo que acaba de perder un juicio. Así fue la cosa. El año pasado se estaba duchando en unas instalaciones municipales, desnudo de cintura para arriba y de cintura para abajo, al igual que otros tantos hombres y jóvenes, después de haber hecho deporte. En ésas llega un señor con una niñita a la que sienta en los bancos al efecto, frente a las duchas de los caballeros, en el interio del recinto. Mi amigo, tras cubrirse, le llama la atención al señor, que era el padre de la niña, menos mal. Y el señor se le encara. Mi amigo le exige al señor que saque a la niña de allí cuanto antes, que aquel espectáculo no es el más apropiado para una criatura de esa edad. Y el señor se pone más chulo todavía. No llegaron a las manos, y no lo hicieron porque estaba delante la niña, me apuesto el cuello. Mi amigo pide la correspondiente hoja de reclamaciones, pone el grito en el cielo y verde al energúmeno al que no le importa dejar a la hija en medio de hombres desnudos mientras él se asea. Bueno, pues con la hoja de reclamaciones alguien se hizo un cucurucho de papel. Y el señor presentó contra mi amigo una denuncia por amenazas. El señor era guardia civil, luego se supo. Resultado: condena de multa sustanciosa que tendrá que abonar mi amigo. El señor puede seguir llevando a su hija al vestuario masculino porque no tiene con quién dejarla, no hay ninguna ley que lo prohíba. Porque lo de la decencia y el sentido común ya no se estila en los tribunales, parece ser.
1 comentario
Puri Novella -