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Rincón de Ailene y Miguel Án

UNA HISTORIA REAL

Tengo un amigo que acaba de perder un juicio. Así fue la cosa. El año pasado se estaba duchando en unas instalaciones municipales, desnudo de cintura para arriba y de cintura para abajo, al igual que otros tantos hombres y jóvenes, después de haber hecho deporte. En ésas llega un señor con una niñita a la que sienta en los bancos al efecto, frente  a las duchas de los caballeros, en el interio del recinto. Mi amigo, tras cubrirse, le llama la atención al señor, que era el padre de la niña, menos mal. Y el señor se le encara. Mi amigo le exige al señor que saque a la niña de allí cuanto antes, que aquel espectáculo no es el más apropiado para una criatura de esa edad. Y el señor se pone más chulo todavía. No llegaron a las manos, y no lo hicieron porque estaba delante la niña, me apuesto el cuello. Mi amigo pide la correspondiente hoja de reclamaciones, pone el grito en el cielo y verde al energúmeno al que no le importa dejar a la hija en medio de hombres desnudos mientras él se asea. Bueno, pues con la hoja de reclamaciones alguien se hizo un cucurucho de papel. Y el señor presentó  contra mi amigo una denuncia por amenazas. El señor era guardia civil, luego se supo. Resultado: condena de multa sustanciosa que tendrá que abonar mi amigo. El señor puede seguir llevando a su hija al vestuario masculino porque no tiene con quién dejarla, no hay ninguna ley que lo prohíba. Porque lo de la decencia y el sentido común ya no se estila en los tribunales, parece ser.

1 comentario

Puri Novella -

Es alucinante, como muchas de las cosas con las que nos topamos a diario en esta España nuestra tan de reir por no llorar. Déjame que te cuente resumiéndolo mucho un caso muy cercano: profesora de infantil a punto de jubilarse a la que se le escapa la mano con los niños (esto demostrable y de dominio público), como es una venerable anciana todo el mundo mira para otro lado, sobre todo si no atañe directamente a sus vástagos. Un mal día el bofetón de turno se le escapa con más fuerza, la madre de la criatura pide explicaciones, pierde los nervios y acaba agarrando a la profesora por las solapas de la bata y poniéndola contra la pared. De ahí a un juicio en el que personal no docente del Colegio testifica declarando que a la señora se le va la pinza y no puede estar con niños ... cuantiosa multa de la madre que la agarró a la profesora por daños y perjuicios. La gran mayoría de padres y madres de la clase le rindieron homenaje a la profesora a final de curso, regalándole sus joyitas correspondientes porque "no cuesta nada quedar bien", mientras la minoría de familias que pusieron el grito en el cielo todavía están alucinando. Esto en un Colegio público, del centro de la ciudad, con gente aparentemente tolerante y solidaria que considera que hay niños de primera (los suyos) y de segunda categoría (los que recibieron, que por algo sería). La decencia y el sentido común no se estilan en ninguna parte, menos cuando hay que posicionarse. Un saludo.