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Rincón de Ailene y Miguel Án

GRACIAS, ROSA MARI

GRACIAS, ROSA MARI

Ésta es la parte buena del comienzo de la página, que me puedo servir de ella para darte las gracias en tamaño familiar. GRACIAS. Gracias por cuarenta y cuatro razones que se concentran en una: ser como eres. Quizá estés equivocada, como yo; tal vez nos picó de críos algún bicho que nos hace creernos víctimas y mártires de las más variopintas causas siendo apenas unos desgraciados; acaso elegimos mal el sitio en el que nos nacieron o la educación que recibimos. Gracias por pretender crear una sociedad mejor sin ponerle lacitos amarillos y de encaje a las palabras con las que intentas hacerlo. Gracias por llorar con los que sufren aunque no sea en la Iglesia o aunque sea en Cáritas; gracias por tener en el horizonte Honduras, Guatemala, Nicaragua, lo que se tercie; por la cesta solidaria que me endulzó la tarde y la vida; por la velada dominical que me despertó muchos recuerdos (Ailene dormía y Pilar casi, porque a Dios gracias, aunque ella también sabe lo suyo de hipocresías eclesiales o precisamente por eso, prefiere centrarse en lo importante); gracias por el poema, por encontrarme en la ciudad susurrando sonrisas, por querer a tu pueblo, por amar y sufrir (¿quién dijo que es lo mismo?, ¿quién dijo lo contrario?), de amor nadie se muere ni se cura, digo yo, lo que invalida la frase.

A alguien como tú le sobran sitios donde hacerse valer, así que sacúdete el polvo de las sandalias -con mayor motivo si son de esparto y de la Sierra- y a otra cosa, que la vida corre demasiado deprisa como para ir deteniéndose en mesas camillas donde un día nos miramos el ombligo y al día siguiente nos lo volvemos a mirar.

Me siento orgulloso de haberte conocido (Ailene también, lo que pasa es que su edad no le permite verbalizarlo empleando subjuntivos), doy por muy bien recibidas todas las llamadas telefónicas que tuve que aguantar por haber salido a relucir mi nombre en el sitio equivocado, voy a conservar los correos electrónicos donde se me dice de todo y nada bueno por el mismo motivo, y lo voy a hacer porque no quiero que se me olvide que detrás de todo eso estuvo una albaceteña que le plantó cara a un “cura todopoderoso en sus dominios” sabiendo o sin saber que la cosa no terminaría ahí. Quizás estemos equivocados, Rosa; lo mismo tienen razón los que dicen que la opinión de la mayoría es la válida. Tú me defendiste y ya veo que te toca pasar por mentirosa, fantasiosa o fantástica. ¡Bienvenida al club de los esquizofrénicos victimistas! Me decías que no entendías qué clase de poder siguen ejerciendo ciertos curas sobre otras personas, supongo que a estas alturas ya lo habrás descubierto. A mí también me costó entenderlo, no concebía que alguien con el que había compartido dos años de experiencias fuertes en contacto con el mundo de la marginación me negara de la noche a la mañana (su nómina mensual la pagaba la Iglesia); no concebía que alguien me pudiera tachar de su lista de personas recomendables después de varios años de amistad cuando unos meses antes me había pedido que fuese yo quien lo casase (le salió un contrato de profesor en un colegio religioso, ¡mecachis!); me negaba a creer que un compañero sin pelos en la lengua me echase el freno cuando me sumé a su causa (acababan de contratar a un familiar en un organismo dependiente del obispado). El miedo al futuro, llámalo dinero si te place, hace emigrar a la dignidad. Con su pan se lo coman, que bastante lástima me dan. Es lo habitual. Lo extraordinario es que alguien como tú se plante y diga lo que piensa, por eso: GRACIAS.

Carcelén, tu seguro servidor, además de tener la nariz torcida y judía, incapacidad crónica para pronunciar la erre, miopía leve y bandadas de pájaros en la cabeza, tiene a gala firmar y mantener cuanto escribe y huir de los anónimos, por tal motivo no me escondo para darte las gracias. Si esto es un perjuicio para ti, que no lo creo (quienes bajen su consideración hacia ti sólo por haberme defendido ya se están retratando lo suficiente), te lo compenso con sonrisas libertarias -alguna que otra libertina, que de todo ha de haber en la viña del Señor-, con la promesa de la dedicatoria de mi próximo libro y con esta fotografía de mi hija Ailene, a la que además de enseñarle a jugar al ajedrez, voy a intentar inculcarle que es el tiempo y sólo el tiempo el que pone a cada uno en su sitio y que por encima de la dignidad de la persona no hay nada.

Un besazo sin susurros.

 


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4 comentarios

Miguel Ángel -

Gracias por la bienvenida; la verdad es que ha sido un poco forzada porque en Acumán ya estaban un poco hartos del trabajo que les daba contestar tantos mensajes sobre mí.
Espero estar a la altura de las circunstancias, aunque no soy muy habitual de internet.
De acuerdo con todo en su mensajes, sólo una precisión: no te des por aludida cuando hablo de escritos anónimos, pues Gatopardo va mucho más allá de esa categoría. Aunque no sepamos tu nombre, sabemos cómo conocerte, y eso es más que suficiente.
Gracias de nuevo por la bienvenida.

Gatopardo -

Primer punto: ni harta de vino firmaría con mi nombre lo que escribo, por dos razones: no quiero que se crean con derecho a interferir en mi intimidad quienes me lean, y no quiero formar parte de los denominados "escritores", porque me siento incapaz de soportarlos.
Segundo punto: se equivoca usted, Sr. Carcelén cuando cree que quienes tomamos partido, con seudónimo y sin él, por usted y por su valiente testimonio, lo hacemos por Miguel Ángel Carcelén. El motivo real y profundo es porque callarse y transigir con quienes atacan, amenazan y sabotean la venta, distribución y la lectura de "Las verdaderas mentiras" emplean tácticas mafiosas; no admiten la posibilidad de reflexionar sobre las lacras que revela el libro y tratar de enmendarlas, sino que atacan a quien las señala; no argumentan para aclarar los malentendidos, sino que acusan de ofensores a quienes suscribimos que esas injusticias las perpetua el clero, y se sienten agredidos
y reclaman sumisión y petición de excusas a los que han sido presionados, chantajeados, amenazados e insultados por no ceder haciéndose cómplices.
Pero Rosa María se equivoca en una cosa: sí que es asunto de los miembros de la junta de Comercio Justo, y de cualquier bien nacido, que se boicoteen los libros de una editorial solidaria por razones que no sean las de la filosofía del comercio justo. Si que nos va y nos viene que una parte del clero amenaze la distribución y venta de un libro porque no silencia las aberrantes situaciones que ellos perpetuan; y por último, si es asunto de todos definirse sin tapujos si estamos a favor o en contra de nuestros héroes y de nuestros villanos.
Que nadie la confunda, Rosa María: usted ha actuado con todo el derecho del mundo, y no ha transgredido otra norma que la de la cobardía grupal, porque los debates en la junta los conozco por varios conductos hasta yo, y usted no está entre mis confidentes.
Sr. Carcelén: bienvenido a las bitácoras de blogia.com: lo pondré en mis enlaces y lo leeré regularmente.
Saludos cordiales

Chessy -

Rosa, en la última reunión no todo fue como pareció. Danos más tiempo. También hay gente que te quiere decir gracias y necesita tiempo. No es cuestión de que ahora Miguel Ángel Carcelén sea el único bueno que ha sabido valorarte, y los denmás unos cobardes, aunque ya quisiera pra mi que alguien me escribiera una carta asi algún ddía. Queda mucho por decir ten paciencia.

Rosa -

Me dijo mi profesor de matemáticas, el día que se iba definitivamente del pueblo, que es de bien nacido ser agradecido. Eso lo conservo impreso en el alma (si es que existe) por gracias significa dar y recibir creando un vínculo que une por la recreación de la generosidad entre las personas.
No me des las gracias. aunque llegan a mi en formato caramelo para que pueda relamerme una y otra vez con tus palabras y las amplias las sonrisas. ¿Sabes por que no te he defendido?¿Sabes por qué no he defendido a nadie? Porque me he ofendio, no he defendido a nadie, me he ofendido porque pocas son las personas adscritas al mundo, que se entrelazan con la tierra y con la vida... y tu amigo mio, estás más dentro de las entrañas de la propia esencia viva que la mayoria de nosotros. Y ahí si que me duelen las palabras vacías que son ejecutadas con el fin del daño sólo y exclusivamnete con ese fin. Si las palabras son mensajeras, transmiten acuerdos, desacuerdos, encuentros y desenvcuntros...´¿ por qué se convierten en armas de destrucción incisiva? Para todo problema hay una solución y ¿quiénes son los que solucionan? los que huyen de que lleguen hasta allos hechos acontecidos que por obviarlos no existen. Digo esto porque no vale de nada mi palabra, ni siendo yo, sólo aquella palabra que se inscriben en el leguaje que el que no se materialicen demasiado las esencias vitales, lo ESENCIAL. ¿Quien lo complicó tanto?
Si tú bien sabes que una sorisa entre la gente dice más que el debate de quién, dijo qué...
No soy una niña valiente, soy más bien uno de esos pajaros que rondan por las mentes de personas como tú, que de vez encuando da un picotazo esperando la recreación de las imagines de niña sin más complicaciones. Besos