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Rincón de Ailene y Miguel Án

ARTÍCULOS DESEMPOLVADOS

He tenido el ordenador estropeado un tiempo, y al recuperarlo he decidido hacer limpieza de lo que quedaba en el disco duro, y me he encontrado un archivo con artículos que no se llegaron a publicar en su día en los diarios con los que he ido colaborando. Éste es uno de ellos.


JUAN MARSÉ Y SUS NARICES

Estoy creando un club de fans de Juan Marsé. Si alguien se quiere apuntar que se ponga en contacto con redacción. Desde que dimitió como jurado del Premio Planeta después de despacharse a gusto -bueno, para ser fieles a la verdad, se tuvo que callar muchas cosas que le podrían haber acarreado problemas legales- con el funcionamiento del premio, los seleccionados y los ganadores, le pongo velas por las noches, le rezo y envío SMS con su nombre seguido de las palabras “Ole tus narices” a números que me invento de puro contento.

Ya era hora de que alguien con solvencia dentro del mundo literario dijera en voz alta lo que tantos llevan pensando y callando desde hace muchos años, que el Premio Planeta, como tantos otros, es un fraude de marca mayor que empobrece a la literatura y enriquece a editoriales mastodónticas a las que preocupan tanto los buenos libros como a los toreros castellano-manchegos la cría del caracol soviético.

A veces ha ganado el Premio Planeta alguna novela que hacía enrojecer de vergüenza a quien la leía (La canción de Dorotea, entre otras, y conste que conozco a la autora, Rosa Regás, y como persona me parece un encanto), pero salvo los críticos insobornables (¿habrá cuatro en este país?) nadie decía ni mu. En esta ocasión hasta un miembro del jurado dice que la novela es mala, o sea, que será pésima. Pero aún así estas Navidades venderá cientos de ejemplares sólo por la propaganda que se le haga y por la buena presentación que ofrecen los Premios Planeta. Como consuelo estúpido queda pensar que ni la mitad de los libros que se vendan serán leídos, son regalos de compromiso, para quedar bien.

El caso es que no es el único premio que peca de esto, cada vez son más, y de forma más descarada. Este año, por ejemplo, el Premio Jaén de Novela Juvenil lo ha ganado Juan Madrid. Lo curioso es que a este premio deben concurrir novelas originales, inéditas y ser presentadas bajo seudónimo; pues bien, cinco meses antes de que se produjera el fallo del jurado Juan Madrid anunció el título de su última novela, su próxima publicación y sólo le faltó decir que ganaría tal premio. Cosas de la vida, esa novela que incumplía ocho de las seis bases, se alzó con el galardón. Y sigue sin pasar nada. Una curiosidad: una vez compartí velada literaria con Juan Madrid y se hartó de pontificar sobre la dignidad del escritor, de su compromiso con la justicia -creo que salió a relucir hasta su entrevista con el subcomandante Marcos, sus viajes a Chiapas, etc.-, y luego me sale por éstas. Por la boca muere el pez.

En otra ocasión la Diputación de Cuenca no me concedió un premio de novela sólo por la presión de una editorial, EDAF, y lo digo habiendo publicado después con ellos. Mi novela no incumplía ninguna de las bases; luego le dieron el premio a otra novela que llevaba publicada año y medio en Internet. Tampoco pasó nada. Tres veces me han pedido que actuase como jurado en premios literarios de cierta importancia (hablamos de un millón de pesetas como cuantías a conceder), en dos de ellos elegimos a la novela, en un caso, y al cuento, en otro, sin haber tenido tiempo de leer las obras seleccionadas al completo. Elegimos de oídas, por decirlo de algún modo, y la editorial que iba a publicar los trabajos premiados ya tenía maquetados los libros antes de producirse el fallo -de eso me enteré después-. Confieso que me callé como un cobarde porque me habían pagado bastante bien, me invitaron a una comida opípara y dejaron que me codeara con escritores españoles de primera fila. Pero al año siguiente decliné la invitación, y hasta hoy.

Viendo tal panorama me maravillan gestos como los de Juan Marsé.

 

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