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Rincón de Ailene y Miguel Án

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ESPACIO PARA LUIS

Mi compañero Luis demanda un huequecito en este rincón para hacerse oír, así que le cedo este espacio. El asunto en cuestión está en el primer comentario.

NOTICIAS DESDE COLOMBIA

NOTICIAS DESDE COLOMBIA

Este año no estamos enviando al proyecto de Acumán en Colombia tanto dinero como sería nuestro deseo, pero aún así, allí, con lo que van recibiendo adelantan en la construcción y mejora del Hogar para Niñas.  Hemos recibido una carta de agradecimiento por parte de las responsables del proyecto en Mariquita-Tolima, acompañada de varias fotografías en las que se muestra a las niñas y las mejoras  materiales en el Hogar, así como la adquisición de algunos elementos utilizados para la educación de las niñas.

En este enlace tenéis todas las fotos nuevas.

Y la de arriba es la entrada definitiva al Hogar.

UNA CURIOSIDAD

Es de traca lo que me ha pasado. Como supongo que sabéis en Acumán tenemos un mercadillo de libros de segunda mano, muchos libros cuyo listado llevamos meses sin actualizar en la página web, pero que seguimos vendiendo a precios muy asequibles. Pues bien, hace poco le vendí a un compañero de trabajo unos cuantos. Él lee menos que Tarzán, por lo que eligió los más presentables, preferiblemente de tapa dura. Y de entre los que compró me ha devuelto La canción de Dorotea, de Rosa Regás. Dice que su mujer sí lee y que se tragó unas cincuenta páginas, pero que le pareció tal tomadura de pelo que no quieren el libro ni para adornar, así que aquí lo tengo de vuelta. Yo me lo leí en su día y no creo que sea para tanto. Verdaderamente es un bodrio infumable impropio de una escritora profesional, pero de ahí a devolverlo a chiqueros media un abismo. Es la primera vez que nos pasa eso.

ANCHOAS Y BOQUERONES

Hace poco estuvimos en Santoña. Yo me resistí a comprar lo típico que se compra allí, anchoas, porque ya sé cómo funciona esto de las tipicidades. Y Pilar era de mi misma opinión. Pero a última hora llama un tío suyo y le dice que le compre anchoas, que las de allí son extraordinarias y es difícil encontrarlas fuera de Santoña. Pues hala, ya que compramos para el tío, cómo no vamos a comprar para nosotros. Y cargarmos. Y ayer, en Mercadona, vemos las mismas latas que compramos en Santoña unos céntimos más baratas, la misma marca. Pero es que yo, no contento con el experimento sociológico hoy he abierto una lata de anchoas de Supermercados Día, ochocientas mil veces más barata que la Santoñuca, y me han sabido exactamente igual. Si digo que incluso las del Día me han sabido mejor ya me tomaríais por fanático.

Pero en otros productos sucede igual. Yo he visto navajas de Albacete que allí ofrecen como a precio de coste algo más baratas, las mismas, en tiendas de Toledo, y eso ya es mucho decir, porque Toledo es cualquier cosa menos barato.

SUCEDIDOS

Me cuenta un amigo escritor algo que le sucedió hace poco. Lo invitaron a promocionar su libro en un programa de Televisa, en Méjico. No se trataba de un programa literario, sino de variedades. Acudió acompañado del representante de la editorial. Poco antes de entrar en directo dice el realizador que le traigan un poco de esparadrapo, que tiene que cubrir ciertas zonas de la portada del libro de mi amigo. ¿Cómo?, ¿por qué? Hombre, pues porque no le iban a hacer propaganda gratuita al libro en cuestión, que la publicidad en la tele cuesta dinero, y una cosa es hablar de un libro y otra indicar en qué editorial se puede adquirir, le dicen. Mi amigo argumenta que no le habían dicho que iban a mutilar de ese modo su libro. Ya, ya, pero así son las cosas, si quiere publicidad para su libro, hay que pagarla. De acuerdo, dice él, ¿cuánto es? Pongamos que mil  dólares (las cifras me las estoy inventando, pero se acercan a la realidad), le contestan. De acuerdo de nuevo, repone mi amigo. El editor se pone blanco, pues ya piensa que le va a tocar amoquinar esa pasta. Pero no. Deprisa y corriendo le traen el contrato para atar lo de la publicidad y dice mi amigo entonces: Yo pago mil dólares para que aparezca la portada de mi libro en este programa, pero yo venía gustoso a Televisa sin cobrar ni un céntimo y, visto lo que hay, no me presto a salir a las ondas si no es cobrando, así que voy a cobrarles cincuenta mil dólares, como la publicidad que les debo suma mil ya sólo me deben cuarenta y nueve mil dólares, ¿de acuerdo? Al realizador casi le da algo. Que eso no era lo que habían hablado, que un cambio de esa importancia no podía cerrarse a menos de cinco minutos para el inicio en directo del programa. Mi amigo se mantuvo en sus trece y terminaron, creo, ofreciéndole sacar la portada de su libro gratis si él no cobraba por su aparición televisiva, y ya no hubo acuerdo. Mi amigo se volvió a España sin aparecer en Televisa, pero más satisfecho que unas pascuas. Y el editor apenas se enfadó.

OTRA VEZ AGUA

He vuelto a quedar finalista en un premio de novela bastante importante y dotado con 24.000 euros., el Ciudad de Mérida. Hemos pasado seis a la final. Yo sé, por experiencia, que cuando quedo finalista de algo más o menos gordo, nunca lo gano. Es mi particular Ley de Murphy. Las ocasiones en las que he conseguido un premio literario importante ha sido sin final, lo he ganado y ya está, no he tenido que aguantar la fase previa de si sí o si no. Por eso no confiaba mucho en conseguir esos cuatro milloncejos, pero como el fallo era justo el once de setiembre, fecha inolvidable por ser el cumpleaños de Ailene, una parte de mí se rebelaba contra la estadística y decía: ¿por qué no? Pues porque no. Al final el ganador ha sido un asturiano con una novela de título muy sugerente y que seguro tiene más merecimientos que la mía, Los últimos días de Michi Panero. Me queda el consuelo de que las deliberaciones del jurado han sido transparentes y que cuatro grandes escritores y el que considero mejor crítico literario español, Senabre, han considerado mi novela merecedora de pasar a la final. Es bastante. Seguiremos intentándolo.

SÁBADO

Hoy es sábado. Salgo de trabajar de noche y la jornada laboral no ha sido muy gratificante, de modo que para que Ailene y Pilar no sufran mi previsible mal talante, me pongo los cascos y enchufo la aspiradora. Cuando termino, como veo que sigo un poco destemplado cojo la lista de la compra y me voy al súper. Al Maxi Día, para más señas. Llevo mi bolsa de tela, una muy fuerte, por aquello de que hay que ser ecológico y huir de las bolsas de plástico, prohibidas en varios países por la cantidad de contaminación que producen y energía que consumen. Entro en el supermercado y me dice una empleada que no puedo hacer la compra con esa bolsa, que para eso están los carritos y las cestas, que es la política de la empresa. Yo le digo que no he visto en ningún sitio que prohíban la entrada de bolsas de tela. Es la política de la empresa. La chica dice que me da la razón, que no lo ve lógico, pero es la política de la empresa. Hago caso omiso, claro, y continúo con mi bolsa de lona comprando dos mallas de judías verdes (por cierto, casi el doble de caras en el Día que en el Lidl, 1,72 euros contra 0,58 euros), zanahorias, yogures Día (algo más baratos que en el Lidl y sensiblemente mejores que los de la marca Hacendado) y me vuelvo a tropezar con la chica. Política de la empresa. Ya lo sé. Me dice que me entiende pero que le van a llamar la atención a ella si no la ven dándome la paliza con el tema de la bolsa. Así que le digo que me llevo mi propia bolsa por varios motivos. Primero, por ecología. Segundo, porque el Día no destaca precisamente por la limpieza de sus instalaciones, toda vez que en una ocasión eché mano de un carrito rojo de la compra y me pringué la mano de algo que parecía yogur y que sigo sin saber y sin querer saber qué era. Tercero, que el Día hace muy bien en cobrar tres céntimos por sus bolsas, porque eso disuade a mucha gente de cargar con ellas como si fueran caramelos aunque no las necesiten, pero que ya que las cobran deberían ofrecerlas sin publicidad de la empresa, porque al cliente nadie lo recompensa por pasear el nombre del supermercado por la calle. Cuarto, por ver si cunde el ejemplo y la gente al ver que cada vez somos más los que llevamos nuestras bolsas a la compra se anima a hacer lo mismo, como se ha hecho toda la vida de Dios hasta hace unos años. Es la política de la empresa, insiste. Y pienso que la pobre, que trabaja más horas que un reloj y cobra un sueldo que asquearía a un mileurista, teniendo que acercarse al supermercado incluso algún domingo que otro para comprobar las cámaras frigoríficias, con unas condiciones laborales, en suma, leoninas, demasiado me está aguantando el rollo. Pongo la mejor de mis caras, que hoy no es muy esperanzadora, y le digo que no se preocupe, que si en la caja veo a alguna encargada le diré que me ha llamado la atención y le echaré la charla edificante a ella. Me mira raro. Demás hace la pobre, porque yo ahora me voy a mi casa y a ella le quedan muchas horas de reponer, aguantar al público, a su encargada y al sursum corda. En la caja no veo a nadie. La cobradora me dice que la tarjeta ahorro que llevo no se corresponde con los cupones descuento, de manera que dejo de ahorrarme 18 céntimos en una compra de 11,42 euros. Menos mal que me encuentro una moneda de dos euros en el suelo, y eso endereza un poco el día. Llego a casa, y como todavía me noto desacompasado cojo las bolsas de plástico, las de papel y el vidrio y me voy a los contenedores de reciclaje. Pilar me dice que ya se ocupa ella, que tiene que salir con el coche y no le cuesta nada, pero prefiero caminar un poco y así no me enfado con Ailene, que está viendo La Bella Durmiente en lugar de memorizar la lista de verbos irregulares ingleses y repasar las medidas propuestas por el Gobierno y la oposición para hacer frente a la crisis. Como siga así de gandula tendremos que internarla en algún colegio privado.

LA JUSTICIA ESPAÑOLA

No es cuestión de ser oportunista, pero a raíz del último artículo que escribí aquí he recibido seis correos electrónicos de amigos  o conocidos en los que me contaban historias increíbles relacionadas con el mundo de la justicia española. No es consuelo, por supuesto, pero al menos uno se siente más normal en un ambiente en el que no todos ven al rey del cuento completamente vestido. Además de lo que relata Puri en su comentario del escrito anterior, los sucedidos que me han hecho llegar no tienen desperdicio alguno. Por suerte ninguno de ellos acaba en muerte, como en el caso de la niña onubense Mari Luz, pero dan a entender lo vendidos que estamos y a lo que conduce un sistema judicial cogido con alfileres, y no precisamente por falta de leyes, quizás por todo lo contrario, por su exceso rayano a la casuistica. Con un poco de sentido común se acortarían los marmotretos legislativos, seguro.

UNA HISTORIA REAL

Tengo un amigo que acaba de perder un juicio. Así fue la cosa. El año pasado se estaba duchando en unas instalaciones municipales, desnudo de cintura para arriba y de cintura para abajo, al igual que otros tantos hombres y jóvenes, después de haber hecho deporte. En ésas llega un señor con una niñita a la que sienta en los bancos al efecto, frente  a las duchas de los caballeros, en el interio del recinto. Mi amigo, tras cubrirse, le llama la atención al señor, que era el padre de la niña, menos mal. Y el señor se le encara. Mi amigo le exige al señor que saque a la niña de allí cuanto antes, que aquel espectáculo no es el más apropiado para una criatura de esa edad. Y el señor se pone más chulo todavía. No llegaron a las manos, y no lo hicieron porque estaba delante la niña, me apuesto el cuello. Mi amigo pide la correspondiente hoja de reclamaciones, pone el grito en el cielo y verde al energúmeno al que no le importa dejar a la hija en medio de hombres desnudos mientras él se asea. Bueno, pues con la hoja de reclamaciones alguien se hizo un cucurucho de papel. Y el señor presentó  contra mi amigo una denuncia por amenazas. El señor era guardia civil, luego se supo. Resultado: condena de multa sustanciosa que tendrá que abonar mi amigo. El señor puede seguir llevando a su hija al vestuario masculino porque no tiene con quién dejarla, no hay ninguna ley que lo prohíba. Porque lo de la decencia y el sentido común ya no se estila en los tribunales, parece ser.

UNA CONFIDENCIA

Me acaban de comunicar que he quedado finalista en un premio literario dotado con seis mil euros. Somos tres autores en liza y en breve se dilucidará el ganador. Para los finalistas sólo hay una placa. Me tocará recorrerme media España para asistir a la gala literaria y componer la mejor de mis mejores sonrisas cuando vuelva a oír como vencedor absoluto el nombre de alguno de mis compañeros. Cada vez me va costando más  disimular la decepción, y es que este año ya llevo cuatro certámenes literarios de bastante enjundia en los que nos convocan a los finalistas para que sirvamos de corifeos al ganador, y cuando el concurso es al lado de tu casa pues te da igual, pero cuando tienes que cambiar turnos de trabajo para asistir, gastarte dinero en algún hotel para pasar la noche, etc, etc., la gracia es mínima. Ya os contaré el resultado muy pronto, y ojalá en esta ocasión me podáis ver junto a Ailene presumiendo de premio.

CUATRO AMARGURAS REUNIDAS

Nada más levantarme leo en el periódico que el Comité Olímpico Internacional prohibió a los deportistas españoles que lucieran ningún tipo de distintivo luctuoso con motivo de la tragedia aérea en la pista de Barajas. Y los directivos españoles agacharon la cabeza, pidieron perdón por aquellos que, sin contar con su parecer, se habían atrevido a ponerse un crespón o a hacer algún tipo de declaración al respecto, y prometieron que no se volvería a repetir. Todo, supongo, para no enfadar a los mandamases supremos y evitar que peligre la candidatura española para los juegos del 2016. Si para conseguir que los Juegos Olímpicos se celebren en España hay que plegarse a desprópositos como ése, mejor que no veamos pasar jamás por aquí la antorcha olímpica.

Leo también que el Ayuntamiento de Toledo destina casi 300000 euros a proyectos de cooperación. Aplaudo y me alegro. Sigo leyendo. De esa cantidad casi 50000 euros va para Triángulo, una Fundación que a la vez es ONG dedicada a la igualdad social de "gais" -así lo escriben ellos-  y lesbianas. ¡Pues vaya un proyecto de cooperación! Por esa misma regla de tres deberían de haber destinado otra partida para las mujeres maltratadas, por ejemplo, o para el colectivo de transexuales. No digo que las asociaciones de homosexuales no se merezcan subvenciones -al igual que las tienen las asociaciones de vecinos, de grupos de folk, culturales, etc-, pero constituirse como ONG me parece una tomadura de pelo impresionante, y aceptar dinero que debería ser para cooperación otra mayor. En los ayuntamiento, ya en casi todos, hay concejalías, o negociados, o como quiera que se llame, que se dedican a la igualdad de género, a la integración, cosas tan de moda yque poca efectividad real tienen y sirven casi exclusivamente para gastar dinero en quienes ocupan los cargos que atienden este tema; de ahí tendría que salir el dinero para la Fundación Triángulo, no del área de Cooperación al Desarrollo. Y esto lo entiende cualquiera. Es la segunda vez que hablo de política en poco tiempo, y me temo que no será la última. Yo, en pleno uso de mis facultades mentales -no muchas-, afirmo: que la política en materia de solidaridad del Ayuntamiento de Toledo es igual de nefasta durante el mandato actual del PSOE como durante el anterior del PP. Ambos grupos toman a la ciudadanía por débiles mentales, y lo malo es que pocos, o casi nadie, lo denuncia. Por motivos literarios coincidí hace meses con un miembro de Triángulo, y hasta él me confesaba que ya se les estaba acabando la imaginación a la hora de rellenar solicitudes de subvenciones para su colectivo. Omitió decir, pero se rió, que también se les estaba acabando la imaginación a la hora de emplear todo el dinero que recibían de parte de las Administraciones Públicas. ¡Creemos la Fundación Cuadrado para la integración social de heterosexuales y heterosexualas! ¡Hinchémonos a pedir subvenciones! Bueno, me callo.

Mi mujer me recuerda que siguen sin llamarme las chicas de FRACAMAN, las encargadas de gestionarme un premio de FARCAMA, la Feria de Artesanía de Castilla La Mancha, consistente en un fin de semana en una casa rural. Llevo intentando disfrutarlo desde octubre pasado, y con la de antes de ayer son veintitrés llamadas las que he hecho para ver por qué no puedo hacer efectivo el premio. Las amables señoritas me dicen que sin falta me llaman al día siguiente y me lo solucionan, y ni una sola vez lo han hecho. Lo peor es que la oficina está en Talavera y no voy a ir allí a ciscarme en sus muertos por la poca vergüenza que tienen para conmigo y el toreo que me traen.

Me entero de que la Duquesa de Alba se casa. ¡Y todavía no he recibido la invitación y no tengo qué ponerme!

CÓMO CARGARSE LA BELLEZA DEL LENGUAJE

Acabo de leer los últimos cuentos que me habían encomendado los organizadores de un certamen literario del que soy jurado, unos sesenta, más o menos. Hace un par de semanas me di otro buen atracón en un evento similar. Y mi pena va en aumento. No porque no haya calidad en muchos de los trabajos, sino porque ya se detecta con una intensidad alarmantemente creciente la estupidez que patrocinaron los políticos y que está calando en los literatos (o aprendices de literatos, como yo). Me parece perfecto -bueno, no me lo parece, pero queda bien decirlo-, que en los discursos de ministros y asimilables cuando se utilice un nombre que posea femenino también se emplee éste: ciudadanos y ciudadanas, españolas y españoles, hombres y mujeres, ancianos y ancianas..., ad infinitum. Pero cuando eso lo traspasas a la literatura el resultado es deplorable. Y ya digo, me he encontrado varios cuentos en los que se usa esto ("todos y todas las habitantes", "hombres y mujeres del país"...), quedando tan propio como un chimpancé con ballesta.  Me da miedo que alguna cabeza pensante, con el tiempo, decida gastarse millones en corregir el Quijote, pongo por caso, para que no resulte un libro machista. Todos los miembros y miembras de la comunidad literaria lo sentiríamos.

ARTÍCULOS DESEMPOLVADOS

He tenido el ordenador estropeado un tiempo, y al recuperarlo he decidido hacer limpieza de lo que quedaba en el disco duro, y me he encontrado un archivo con artículos que no se llegaron a publicar en su día en los diarios con los que he ido colaborando. Éste es uno de ellos.


JUAN MARSÉ Y SUS NARICES

Estoy creando un club de fans de Juan Marsé. Si alguien se quiere apuntar que se ponga en contacto con redacción. Desde que dimitió como jurado del Premio Planeta después de despacharse a gusto -bueno, para ser fieles a la verdad, se tuvo que callar muchas cosas que le podrían haber acarreado problemas legales- con el funcionamiento del premio, los seleccionados y los ganadores, le pongo velas por las noches, le rezo y envío SMS con su nombre seguido de las palabras “Ole tus narices” a números que me invento de puro contento.

Ya era hora de que alguien con solvencia dentro del mundo literario dijera en voz alta lo que tantos llevan pensando y callando desde hace muchos años, que el Premio Planeta, como tantos otros, es un fraude de marca mayor que empobrece a la literatura y enriquece a editoriales mastodónticas a las que preocupan tanto los buenos libros como a los toreros castellano-manchegos la cría del caracol soviético.

A veces ha ganado el Premio Planeta alguna novela que hacía enrojecer de vergüenza a quien la leía (La canción de Dorotea, entre otras, y conste que conozco a la autora, Rosa Regás, y como persona me parece un encanto), pero salvo los críticos insobornables (¿habrá cuatro en este país?) nadie decía ni mu. En esta ocasión hasta un miembro del jurado dice que la novela es mala, o sea, que será pésima. Pero aún así estas Navidades venderá cientos de ejemplares sólo por la propaganda que se le haga y por la buena presentación que ofrecen los Premios Planeta. Como consuelo estúpido queda pensar que ni la mitad de los libros que se vendan serán leídos, son regalos de compromiso, para quedar bien.

El caso es que no es el único premio que peca de esto, cada vez son más, y de forma más descarada. Este año, por ejemplo, el Premio Jaén de Novela Juvenil lo ha ganado Juan Madrid. Lo curioso es que a este premio deben concurrir novelas originales, inéditas y ser presentadas bajo seudónimo; pues bien, cinco meses antes de que se produjera el fallo del jurado Juan Madrid anunció el título de su última novela, su próxima publicación y sólo le faltó decir que ganaría tal premio. Cosas de la vida, esa novela que incumplía ocho de las seis bases, se alzó con el galardón. Y sigue sin pasar nada. Una curiosidad: una vez compartí velada literaria con Juan Madrid y se hartó de pontificar sobre la dignidad del escritor, de su compromiso con la justicia -creo que salió a relucir hasta su entrevista con el subcomandante Marcos, sus viajes a Chiapas, etc.-, y luego me sale por éstas. Por la boca muere el pez.

En otra ocasión la Diputación de Cuenca no me concedió un premio de novela sólo por la presión de una editorial, EDAF, y lo digo habiendo publicado después con ellos. Mi novela no incumplía ninguna de las bases; luego le dieron el premio a otra novela que llevaba publicada año y medio en Internet. Tampoco pasó nada. Tres veces me han pedido que actuase como jurado en premios literarios de cierta importancia (hablamos de un millón de pesetas como cuantías a conceder), en dos de ellos elegimos a la novela, en un caso, y al cuento, en otro, sin haber tenido tiempo de leer las obras seleccionadas al completo. Elegimos de oídas, por decirlo de algún modo, y la editorial que iba a publicar los trabajos premiados ya tenía maquetados los libros antes de producirse el fallo -de eso me enteré después-. Confieso que me callé como un cobarde porque me habían pagado bastante bien, me invitaron a una comida opípara y dejaron que me codeara con escritores españoles de primera fila. Pero al año siguiente decliné la invitación, y hasta hoy.

Viendo tal panorama me maravillan gestos como los de Juan Marsé.

 

PARA SER FELIZ

Si hubiese nacido manco valoraría mucho más poder abotonarme las camisas sin ayuda de nadie y sin perder varios minutos; consideraría una maravilla poder sentarme ante el ordenador y teclear, o enfrentarme a una guitarra, o un piano, o un clarinete, y arrancarle sonidos bonitos; me sentiría orgulloso de ser capaz de abrir las latas de sardinas en escabeche sin tener que molestar al vecino.

Si hubiese nacido ciego no consideraría las puestas del sol un engorro a la hora de conducir, ni escondería mis ojos con gafas oscuras incluso a las doce de la noche, ni derrocharía mis horas dejándome atontar por la televisión, ni consideraría una nadería que los demás se preocupasen de que no hubiese obras sin señalizar en las calles de la ciudad.

Si hubiese nacido sordo sabría que una simple radio es un universo fabuloso, que conversar incluso sobre trivialidades es infinitamente más gratificante que acertar una quiniela de catorce, que no hay mejor medicina para los males del alma que el verbo agradecido, que la Naturaleza habla en el lenguaje de Dios, que el llanto de los recién nacidos jamás de los jamases puede llegar a irritar.

Si hubiese nacido pobre sabría que girar un grifo y obtener agua limpia es casi magia, que comer de caliente a diario suena a utopía deliciosa, que poder enfermar de cualquier insignificancia sin miedo a morir es un lujo, que no escudriñar a todas horas el horizonte en busca de tormenta es posible, que amar a una mujer de forma gratuita, no por miedo a la soledad, al futuro, al acabamiento, es deseable.

Si hubiese nacido esclavo adoraría cada segundo de mi vida y no dejaría que nada ni nadie matase mi tiempo. Si hubiese nacido esclavo seleccionaría muchísimo más a mis amigos y revisaría mis aficiones.

Si hubiese nacido negro cuidaría al máximo mis expresiones y desterraría muchas de ellas: tener la negra, suerte negra, estar más negro que el futuro, trabajo de negros, buscarse marrones... Si hubiese nacido negro, o marroquí, o sudamericano sabría lo mucho que vale pasear por tu ciudad sin que la mayoría de las personas te miren con curiosidad o recelo.

Si hubiese nacido mujer no estimaría razonable que el embarazo fuese un lastre laboral. Y sabría calibrar en su justa medida el sabor de las lágrimas, el color de palabras como “gracias”, “lo siento”, la forma de las miradas, el sonido del pulso de las gentes a las que se ama.

Si hubiese nacido ateo nadie tendría que convencerme de que no confiar en Dios es una pataleta infantil que se prolonga más allá de la madurez o una falta clamorosa de inteligencia.

Si hubiese nacido enfermo aprendería a amar mi cuerpo y juzgaría pobres de espíritu a los que consumen deseos, energías, futuras frustraciones en gimnasios y clínicas de estética.

Pero como no nací manco, ni ciego, ni sordo, ni pobre, ni esclavo, ni negro, ni mujer, ni ateo ni enfermo me estoy perdiendo la inmensa riqueza que me ofrece la vida. Y sin darme cuenta. Quizás por eso no soy del todo feliz, porque quien más oportunidades tiene de ser feliz es el que menos las aprovecha.

ESCUELA EN PARAGUAY

ESCUELA  EN  PARAGUAY

Hace unos años Acumán financió la construcción de una Escuela en Caaguazú, en Paraguay. Pilar y yo tuvimos la suerte de viajar hasta allí y asistir a las obras del edificio, que es el que podéis ver en la foto. Con apenas doce mil euros se levantaron tres aulas, un despacho, unos aseos y una pequeña cocina, además del porche; y se equipó la escuela. Esta misma foto, ampliada, ha servido para ilustrar un libro que una ONG ha editado, y por ese motivo también ha servido para que un servidor discuta con una persona que desde las últimas elecciones tiene un cargo político en el Ayuntamiento de Toledo. Creo que nunca he escrito sobre política, y tengo la intención de seguir en esa línea. Soy tan de derechas como de izquierdas y lo que me resta lo dedico al centro. Sin embargo, esta buena señora me ha hecho reafirmarme en mi creencia de que a política casi nunca llega la gente más preparada, o mejor dicho, a política casi siempre llega la gente menos preparada. Me decía esta mocetona, en plan paternalista, que esa escuelita era el vivo ejemplo de un sistema paternalista que sirve para seguir explotando al Tercer Mundo en plan te doy unas migajas a cambio de una foto bonita para un libro. Ella apuesta por la concienciación. ¡Olé su arte! Y me viene a dar lecciones de concienciación a mí (que no digo que no las necesite, por supuesto, seguro que sí, pero no precisamente de ella). Y como ve que sigo manso y conciliador aprieta un poquito más las tuercas y se pone a presumir de la labor de concienciación que ha hecho desde que está en política y me saca a relucir su gran logro: el concierto solidario de Ana Belén en las Fiestas del Corpus de Toledo. ¡Agárrate que vienen curvas! Y yo sigo conciliador pero me da por hablar, y le digo que en aquel proyecto de Paraguay, tanto Pilar como yo aprovechamos nuestras vacaciones para dedicarlas a "supervisar" ese proyecto, que pagamos el viaje de nuestro bolsillo e hicimos un seguimiento del mismo bastante completo, intentando que no se despistase ni un céntimo, como así fue; que nos servimos de ese viaje para llevar un montón de material escolar y medicinas a comunidades indígenas de Paraguay, y vinimos cargados de artesanía para venderla en mercadillos y seguir así consiguiendo fondos para otros proyectos. Que no habíamos sido nosotros los que presumían de esa foto a cambio de migajas, sino una publicación financiada por un organismo político al que ella pertenecía. Bueno, le dije otras cuantas cosas más, pero lo principal y definitivo fue restregarle que el famoso concierto de Ana Belén con fines solidarios supuso una pérdida de 54.000 euros, ¡unos nueve millones de pesetas!, y que estaba plenamente convencido de que no había servido para concienciar a nadie, porque quien asistió al concierto lo hizo por escuchar a una cantante, no porque quisiese que en ese concierto lo concienciaran de la necesidad de restablecer el equilibrio económico entre los países. Y se indignó. Yo no entiendo nada. Se organiza un concierto a beneficio del Tercer Mundo, se venden todas las entradas y aún así se pierde dinero por lo que cobra la cantante. Eso sí que es utilizar el nombre de la solidaridad para hacerse fotos de libros o periódicos bonitos. Dada la cerrazón del personaje en cuestión abandoné el lugar antes de tenerle que decirle cuatro verdades de malos modos. Ella se quedó defendiendo ante otros tertulianos más complacientes que yo que ese dinero había que gastarlo de alguna manera, porque era de una partida que la anterior corporación no había empleado en no sé qué. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Ya que estoy caliente os voy a contar un secreto. En Acumán recogemos libros de segunda mano, usados, que nos dan particulares, algunas bibliotecas, colegios, etc. ¿Sabéis qué libros son los que ya ni nos molestamos en almacenar? El Quijote, en la edición grotesca  e insultante que perpetró la Junta de Calamidades hace unos años para venderla al precio de un euro. Tiene unos márgenes y una letra tan pequeña que no hay quien aguante veinte páginas de su lectura. La gente se deshace de ellos como de los constipados; el segundo lugar lo ocupa el libro de los Discursos de José Bono, no los quieren ni en las bibliotecas. El tercer lugar me lo callo por vergüenza.  Hace varios años también discutí con otro cargo político a causa de otro libro. Se había editado en papel muy bueno y en edición carísima un libro recogiendo los detalles del viaje del Príncipe a Castilla La Mancha. Insinué que aquello me parecía un despilfarro de juzgado de guardia, una auténtica frivolidad (y eso que una de mis hermanas aparecía en el libro), y él dijo que todo eso era necesario e iba conformando la cultura política de una época. Pues estamos apañados.

Termino de escribir esto y me sube Pilar del buzón otro libro editado por el Ayuntamiento, papel de 110 gramos a color, plastificado... (un pastón), donde se alaban los muchos triunfos y avances que en estos meses de gobierno ha logrado en la ciudad. De edición ya voy entendiendo algo, y sé que cada libro de esos no ha costado menos de dos euros, a no ser que se haya hecho una tirada millonaria. Dos euros que se han ido depositando en los buzones para que a los cinco minutos acaben, en el mejor de los casos, en el contenedor del reciclaje. Los que aparecen en él guardarán varios ejemplares, claro. Fotos bonitas, como andamos sobrados y no tenemos ni para llegar al tan cacareado  0,7% para ayuda al desarrollo, pues editamos libritos autoadulatorios. Y lo malo es que los que había antes hacían lo mismo, si no editaban libritos te colocaban en el buzón un CD con sus muchos logros, y supongo que si dentro de tres años cambia el signo político los que vengan harán lo mismo. No es cuestión de ideologías, sino de sentido común, y, ya lo he dicho al principio, no son precisamente los que más sentido común derrochan quienes llegan al poder.

PAÍS DE TRACA

Esta semana he ido a donar sangre. Tiene mérito porque le tengo pánico a los dentistas y a las agujas. Hace seis años me decidí y ahí sigo, pasándolo peor que el que se tragó el paraguas cuando se cumplen los cuatro meses de margen entre donación y donación. Casi siempre que voy me atienden enseguida, porque en Toledo no se puede decir que la gente se de bofetadas a la hora de donar, sin embargo, esta última vez me tocó esperar. Había un señor donando plasma y otros tres recostados en la camilla donando sangre. Una multitud para lo que suele ser habitual. Los tres hombres eran amigos y habían ido a donar en grupo. Cuando me enteré de que lo hacían cumpliendo una promesa  no sabía si reír o llorar. Estaban donando porque España había ganado la Eurocopa. De traca, oye, de traca.

ODÍN EN NAVAS DE JORQUERA

Lo que son las cosas. Hay pueblos que por carecer de atractivos o de notas peculiares habitan el limbo de la geografía. Si su tamaño es reducido hay mapas que ni los recogen. Algo así es lo que sucede con el pueblo de mi madre, Navas de Jorquera, en la Manchuela albaceteña. Décadas y décadas de olvido hasta que un hijo del pueblo se decide a erigirse en representante máximo de una nueva religión y se convierte en sumo sacerdote de la misma, administrando sus peculiares sacramentos en un viejo corral de ganado perdido en mitad de la nada y transformado de la noche a la mañana por obra y arte de Odín en templo mistérico.

Navas de Jorquera ya tiene sitio en la historia: es el único templo de España (y puede que del mundo entero) con templo odinita. A pesar de que el oráculo de Odín en esta tierra invita a carne a discreción a cuantos se acerquen a sus celebraciones, de momento, tras mucho bregar, sólo ha conseguido que un paisano empiece a pensárselo. Lo que son las cosas.

EL NOMBRE DE LA HERMANITA

Durante meses ha estado activa una encuesta en la que podíais votar por el nombre de la hermanita de Ailene. El servidor de esa página parece que ha desaparecido y con él se ha ido la encuesta, pero de todas formas el nombre ganador estaba claro: Ana, con muchísima diferencia. Luego le seguía Ariadna, que en las últimas semanas adelantó a Carla. Así, pues, aunque como la cosa no va ser para mañana mismo porque con el tema de las Olimpiadas -parece ser- se están retrasando muchos las gestiones, el nombre que han preferido los lectores de este blog ha sido Ana. A mí me gusta, no es el que más, pero me gusta, es un nombre palindronómico, breve y elegante. El problema es que Ailene ahora siempre que habla de su futura hermanita le da el nombre de Amaranta, seguramente por la matraca que di yo al principio, cuando me parecía el mejor de los nombres. Y como ella dice Amaranta a nosotros también se nos escapa de vez en cuando Amaranta (Ailene, en realidad, dice Amaranda). Y el proceso de convencerla del cambio del nombre va a ser arduo. Por cierto, Ailene lleva tiempo sin escribir en el blog porque está de exámenes finales, entendedlo.

P.D.- He aligerado algunos contenidos de la página por las sugerencia de algunos de vosotros, los que me decíais que tardaba muchísimo en cargarse. Ahora va más rápida.

LO DE LA POLICÍA

Ser profeta a toro pasado es de lo más fácil. Así que si digo que tantos casos de corrupción policial como están aflorando (y  los muchos que no trascienden a los medios de comunicación) son la crónica de un desastre anunciado me cubro de gloria. Ya lo podría haber avisado hace dos años, podéis decir. Y tenéis razón. Pero en mi descargo digo que este tema es motivo habitual de conversación entre amigos y algunos compañeros de trabajo desde hace mucho tiempo, exactamente desde que el número de plazas ofertadas en las oposiciones de la Policía Nacional y de la Municipal (de las autonómicas no sé) se elevó de manera extraordinaria. La gente puede pensar que cuantos más policías haya, mucho mejor, más seguridad. Y el razonamiento sería correcto si el proceso selectivo se cuidase con el mismo mimo que se hacía antes de este boom de policías. Quiero decir que no es lo mismo seleccionar doscientos futuros policías válidos de entre quince mil aspirantes que hacer lo propio con mil candidatos de entre seis mil contando con los mismos medios. Y  tampoco es lo mismo ocuparse de la formación anual de doscientos que de mil, ni supervisar su período de prácticas. No es ningún secreto que útimamente, por estas circunstancias de las que hablo, las de la necesidad urgente de llenar las calles de policía, se ha abierto el período de barra libre. Y lo afirma alguien que ha participado en las entrevistas psicológicas para evaluar la idoneidad del opositor al puesto de policía: "Como no hay mucho donde escoger el listón se baja hasta límites peligrosos".  Tengo un amigo que hace muchos años opositó a Policía Nacional. En la prueba de conocimientos sacó el número tres de toda España, en las pruebas físicas no bajó del puesto décimo, pero en la entrevista psicológica lo tumbaron. Aunque es amigo mío lo considero una persona muy normal.  El año pasado aprobó esta entrevista un muchacho que desde los catorce años visita regularmente al psiquiatra (lo descubrieron después) y ha tenido varias crisis violentas.  Tengo muy buenos amigos policías, con años de antigüedad, alguno inspector, que se echan a temblar cuando llega gente de las nuevas promociones. Y lo dicen abiertamente, que prefieren tres policíás más, pero normales, que no diez de entre los cuales la mayoría ha aterrizado en la comisaría como podía haber aterrizado en el almacén de Mercadona. Para llevar un arma de fuego y garantizar la seguridad y el orden hay que tener un mínimo de sentido común y dedicación, dejando aparte otros valores que, hoy en día, y no lo digo yo, insisto, están desapareciendo a pasos agigantados en ese cuerpo. Y el pronóstico no tiene visos de cambiar.

MALDAD EN ESTADO PURO

El ciclón Nargis arrasa Birmania. La Junta Militar no sólo no pone trabas a recibir ayuda humanitaria sino que además se empeña en seguir adelante con la farsa de referéndum que los consolidará en el poder. Los muertos se pudren en las ciénagas, los chiquillos se mueren de sed, los viejos de hambre y las epidemias comienzan a aparecer, pero a la Junta Militar lo único que le interesa es dejar bien atada la perpetuación en el poder. Y todavía hay filósofos que defienden que la maldad en estado puro jamás se da en el ser humano.