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Rincón de Ailene y Miguel Án

CÓMO CARGARSE LA BELLEZA DEL LENGUAJE

Acabo de leer los últimos cuentos que me habían encomendado los organizadores de un certamen literario del que soy jurado, unos sesenta, más o menos. Hace un par de semanas me di otro buen atracón en un evento similar. Y mi pena va en aumento. No porque no haya calidad en muchos de los trabajos, sino porque ya se detecta con una intensidad alarmantemente creciente la estupidez que patrocinaron los políticos y que está calando en los literatos (o aprendices de literatos, como yo). Me parece perfecto -bueno, no me lo parece, pero queda bien decirlo-, que en los discursos de ministros y asimilables cuando se utilice un nombre que posea femenino también se emplee éste: ciudadanos y ciudadanas, españolas y españoles, hombres y mujeres, ancianos y ancianas..., ad infinitum. Pero cuando eso lo traspasas a la literatura el resultado es deplorable. Y ya digo, me he encontrado varios cuentos en los que se usa esto ("todos y todas las habitantes", "hombres y mujeres del país"...), quedando tan propio como un chimpancé con ballesta.  Me da miedo que alguna cabeza pensante, con el tiempo, decida gastarse millones en corregir el Quijote, pongo por caso, para que no resulte un libro machista. Todos los miembros y miembras de la comunidad literaria lo sentiríamos.

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